LA NADA




¿Qué es la nada? Habitualmente entendemos la nada como la ausencia de algo, la no-existencia. Otras veces se ha entendido la nada como la negación del ser, es decir, el no-ser. Sea cual sea el concepto que tengamos de la nada, el caso es que, por el mero hecho de considerarlo, la nada ya es. Incluso entendiéndola como el no-ser, ya es (es no-ser). Aunque esto parezca violar el principio de no-contradicción, lo cierto es que decir que la nada no es también es contradictorio, pues si hablamos de la nada significa que es algo. ¿Existe, pues, la nada? Pero, ¿no es contradictorio que la nada exista, es decir, que la nada sea?



Podríamos retrotraernos a las concepciones de Kojève o Sartre acerca de la nada y el ser, pero sin embargo siempre nos asaltarán las mismas dudas y los mismos problemas cuya esencia no sabemos si es ontológica o lingüística (o ambas a la vez). Tal vez debamos recurrir a Heidegger para aclarar el asunto. Según Heidegger, el Ser debe pensarse de manera no proposicional, es decir, lejos de la frialdad técnica y conceptual del lenguaje. Heidegger reivindicaba que la tarea del filosofar contemporánea debe ir dirigida a pensar la misteriosa y natural copertenencia apropiadora entre el Ser y el hombre (siempre en el horizonte de la co-pertenencia apropiadora entre Ser y Tiempo), lejos de la tecnología utilitarista; a pensar dirigiendo la mirada a los afectos, pues éstos son los que configuran nuestro cotidiano estar-en-el-mundo (incluso la indiferencia es un estado afectivo).

Si aceptamos que la nada tiene una estrecha relación con el Ser, pues es su negación (o la ausencia de éste, si es que puede darse tal caso), entonces podemos considerar que la cuestión de la nada debe ser enfocada con la misma metodología que la cuestión del Ser, es decir, en su relación más inmediata y natural con el hombre y prestando atención a los afectos. ¿Qué afectos puede aportarnos la nada? Heidegger la asimilaba a su concepto de angustia, en el cual el dasein, (o ser-ahí,es decir, el hombre) se da cuenta de su caída en la inautenticidad de su existencia y toma conciencia de su ser como ser-para-la-muerte.

La muerte es la imposibilidad de toda posibilidad de proyecto de vida del dasein, lo cual significa que se nadifica, es decir, la nada le imbuye y deja de ser. Sin embargo, podríamos pensar otras afectividades que nos pueda proporcionar la nada. Por ejemplo, y manteniéndonos en la misma nada-como-muerte, para alguien cuya vida no le proporcione más que dolor, la muerte (la nada) se le antoja como algo deseable. O, volviendo a la concepción de la nada como no-ser, si alguien no es algo, supongamos pintor, y quiere serlo, ese no-ser que él no es también se le antoja como deseable y le proporciona ilusión. Es decir, quiere ser lo que no es (es no-pintor y quiere ser pintor). Si conseguimos no confundirnos sintácticamente, se hace claro que hay una nada (lo que no es) que desea adquirir, y con cuya adquisición esa nada será. Sin embargo, nos asalta la misma duda de siempre: esa nada que no es, ¿realmente no es? Porque si nos estamos refiriendo a ella, ya es algo: un concepto, una idea, una ilusión de futuro, o, en términos heideggerianos, un proyecto del dasein...

No hay manera de pensar el concepto de nada tal como “ausencia total”, puesto que la ausencia total no podría siquiera mencionarse. Incluso la ausencia de alguien que ha muerto no es total, puesto que tenemos un recuerdo (que nos provoca afectos), con lo cual esa persona que murió es, está aun en el ser, aunque no tenga presencia física. Incluso un personaje ficticio, en cierta manera existe. ¿Alguien diría, por ejemplo, que el Quijote no es? Incluso, ¿que no existe? Evidentemente, el Quijote es, con lo cual no puede ser nada. Pero es que la nada no puede ser, y algo que es no puede ser nada.

Vemos pues que la nada se encuentra tan ligada al ser que no podemos pensar su concepto, el cual intuímos pero no podemos pensarlo con claridad. Tal vez sea un concepto puramente lingüístico, pero esta hipótesis queda oscurecida por la fuerte intuición, por la fuerte precomprensión que tenemos de la nada. Vemos, además, que la nada está determinada por el ser, puesto que la negación supone al negador, es decir, si existe un no-ser, este no-ser es, puesto que si no fuera, no podría negarse el ser. Tal vez debería estudiarse la cuestión de la nada en una triple relación: con el lenguaje y la lógica; con el ser y, como corolario, con el tiempo en cuanto historicidad.

En lo relativo al lenguaje, está claro que las leyes lingüísticas, conjuntamente con las de la lógica, nos impiden pensar la nada en cuanto la precomprensión que tenemos de ella como “ausencia total”. El hecho de nombrar la nada ya la “convierte” en algo, ni que sea un concepto lingüístico.

En relación con el ser, está claro que, por el mero hecho de estar relacionada con el ser, la nada es algo. Incluso entendida como negación del ser, ya es. El Ser y la Nada, en su estudio, nos enfrentan directamente con la primera relación que hemos mencionado.

Pero, en relación con el tiempo en cuanto historicidad, creo que podemos sacar algo en claro. Retrotraigámonos, por ejemplo, al siglo XV. Si nos ponemos en la piel de la gente de esa época, está claro que, por ejemplo, la televisión no era nada. Digámoslo en presente: en el siglo XV, la televisión no es. Relativamente, pues, a períodos anteriores de la historicidad humana, el no-ser, la nada, se nos muestra de forma más clara. Aunque está claro que la televisión es. Sin embargo, si tenemos en cuenta que hay cosas que antes no eran, es decir, que en determinadas épocas históricas “tenían” ausencia total, podemos suponer que actualmente también hay cosas que no son y, por eso mismo, no podemos pensarlas. Intentemos pensar algo que no existe ni física, ni conceptual, ni eidética ni, digámoslo, posiblemente. Tal vez esto sea la nada: la ausencia total de manifestación de algo que se intenta pensar. Aunque diciendo esto (que por otra parte no resulta tampoco del todo esclarecedor), el lenguaje vuelve a acorralarnos, pues decimos: la nada es X. ¿Cómo salir de este laberinto ontológico-lingüístico?

La cuestión de la Nada ha sido tratada a lo largo de los siglos por muy diversos pensadores. Según la disciplina que seguían, la ham enfocado desde distintos puntos de vista y en base a diferentes cosas. Los matemáticos han tratado la Nada desde el número 0, los filósofos y los físicos desde el vacío y los teólogos desde la idea de la creacón del mundo a partir de la nada. A su vez, desde tiempos inmemoriales, la muerte como aniquilación personal (o nihilización) ha sido una antigua variedad de la Nada. Las preguntas más directas que nos atañen al abordar la cuestión de la Nada son, según el punto de vista que tomemos: ¿Tiene realidad física? ¿Es posible lógicamente? ¿Es deseable teológicamente?

La Nada como vacío fue lo que unió a filósofos y físicos (científicos, en última instancia) ante la cuestión de la Nada. Reflexionaron sobre la posibilidad de "hacer" un vacío, es decir, evcuar por completo una porción determinada del espacio. Galileo, Pascal, Torrioli y Boyle utilizaron bombas para extraer el aire de recipientes herméticos, mostrando así la posibilidad del vacío. Sin embargo, surgió la teoría del éter, elemento en el cal estamos inmersos pero sobre el que no podemos actuar. Esta teoría negaba la posibilidad del vacío. Más adelante, Albert Einstein creó una teoría de la gravedad que posibilitaba nuevamente la existencia de un espacio totalmente vacío de masa y energía. Pese a esto, investigaciones posteriores demostraron que el vacío contenía un mínimo de "energía del vacío" con presencia física tangible, pese a ser efectivamente un vacío cuántico.

Stephen Hawking formuló una pregunta de trascendencia enorme: ¿Qué pasaria si colocásemos un agujero negro en un vacío cuántico? Los agujeros negros son regiones del espacio en donde el campo gravitatorio material tiene tal fuerza que nada puede escapar de él. La masa se concentra rodeada de una superfície llamada "horizonte de sucesos", de la cual no se puede salir una vez traspasada. Después de plantear la cuestión, Hawking investigó tenazmente hasta dar con la solución, verdaderamente sorprendente: el agujero negro se evaporaría lentamente paralelamente al hecho que los pares virtuales del vacío serían separados y convertidos en partículas reales a expensas de la energía del campo gravitatorio del agujero negro, demostrando así que el vacío contiene energía, aunque es inmensamente pequeña, mínima.

Y ya en nuestros días (concretamente en el año 1999), dos equipos de astrónomos utilizaron telescopios potentísimos junto con el Telescopio Espacial Hubble y constataron que la energía del vacío cósmico acelera la expansión del Universo. Esto presenta un problema filosófico considerable, puesto que si el Universo es infinito, cómo puede ser que se haga más grande? Esto supone que hay algo más grande que el infinito, la cual cosa es imposible. Si el infinito se expande a través de la energía del vacío (de la Nada) ¿es que la Nada efectivamente es algo, ni que sea "simple" generador de Ser? ¿Podría el Ser ser sin la nada? Y, lo que es más radical: ¿La Nada es? Hemos visto que el vacío no puede considerarse vacío absoluto, sino como mucho vacío cuántico. El vacío es lo que queda cuando se ha eliminado todo lo eliminable del espacio, quedando la energía mínima. Como corolario de esto, se desprende que el vacío puede cambiar. Por lo tanto, y cuanto menos valiéndonos de la lógica y los conceptos, el vacío no es la Nada, aunque tiene relación.

Otra duda que plantea la cuestión de la Nada es si hubo un Comienzo, sea la creación del mundo por parte de Dios, sea por el Big Bang. Porque, si hubo un Comienzo, ¿qué había antes de éste? ¿La Nada? Pero, ¿cómo puede surgir el Ser de la Nada (entendiendo Ser absoluto y Nada absoluta)? A lo largo de los siglos, los filósofos han tratado la cuestión de la Nada caracterizándola de muy distintas formas, desde que la Nada es la negación del Ser (los griegos), como concepto vacío sin objeto que no figura en las posibilidades pero que no hay que descartarlo por imposible (Kant) e, incluso, como que la Nada es lo mismo que el Ser (Hegel). Por otra parte, otros autores como Heidegger formularon la pregunta ¿Por qué hay algo en vez de nada? Según Heidegger, la Nada es la condición de posibilidad de la negación. También dice que la Existencia navega dentro de la Nada (la cual es descubierta por la Angustia). La Nada implica ontológicamente el Ser.

Miremos por donde lo miremos, nos encontramos una y otra vez con la imposibilidad de explicar la Nada a través de la lógica. Siguiendo la senda que dejó abierta Heidegger, creo que deberíamos pensar la Nada en relación con los afectos y teniendo en cuenta que la palabra "Nada" es un concepto lingüístico (y, por lo tanto, artificial) que usamos para referirnos a algo que precomprendemos pero que no acabamos de poder conceptualizar (tal vez porque no se puede). De la misma forma que no conocemos aun al Ser, pero sí sus manifestaciones fenoménicas, (sus destinos), tal vez podamos conocer las "manifestaciones " de la Nada. Creo que debemos dejarnos guiar por Heidegger para poder ir más allá de él y abrir nuevos caminos en la Filosofía que puedan darnos los medios de poder conocer la Nada y, por supuesto, el Ser.







Extraído de:
http://filosofiaehistoricidad.blogspot.mx/2008/07/la-nada.html?m=1
http://filosofiaehistoricidad.blogspot.mx/2008/07/la-nada-2.html?m=1

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